Historia que cobra actualidad: FIDE reconoció al argentino Augusto de Muro como su segundo presidente

Por Sergio Negri para Jot Down Sport

Fragmento final de la nota publicada en el siguiente enlace: https://sport.jotdown.es/2023/04/14/tres-ajedrecistas-chinas-lideran-el-panorama-femenino-mundial/

(…)

Habremos de terminar esta crónica con una cuestión que resulta personalmente muy cercana. En 2012, en un libro de mi coautoría editado por el Senado de la Nación Argentina gracias a la iniciativa parlamentaria del Senador Carlos Reutemann, hice referencia a las decisiones adoptadas en 1939 por la FIDE en Buenos Aires en el sentido de designar en forma provisoria al argentino Augusto de Muro como su Presidente y trasladar la sede de la entidad a Buenos Aires.

Estos hechos eran virtualmente ignorados en la bibliografía especializada (con algunas excepciones como su registro en un trabajo previo del historiador argentino José Copié) y, en todo caso, no estaban oficialmente reconocidos.

En una labor de investigación conjunta que emprendimos posteriormente a aquella publicación con otro colega compatriota, Juan Morgado, apoyándonos en documentación existente y reconstruyendo con los medios disponibles los hechos (mucha prueba se había perdido por debilidades en los registros tanto de la federación internacional como de la argentina), hicimos una investigación a partir de la cual se presentaron diversos trabajos que, luego de tomar forma pública, decantó en que la Federación Argentina de Ajedrez, a través de su Presidente Mario Petrucci, hiciera una presentación formal ante FIDE en el 2022 para que esta historia fuera tenida oficialmente en cuenta.

¿Qué sucedió en aquel momento lejano en el tiempo y por qué se diera ese virtual apagón informativo hasta prácticamente estos mismos días? Recapitulemos brevemente lo acontecido a los fines de contextualizar la situación.

Es bien sabido que en 1939 en el extremo sur del continente americano se hizo el Torneo de las Naciones (la virtual Olimpíada) y el campeonato mundial femenino de ajedrez, que fueron los primeros desarrollados fuera del dominante continente europeo. El 1° de septiembre, mientras se disputaban esas competencias en el pacífico sur, Hitler concreta la invasión a  Varsovia dando por iniciada lo que luego se denominaría Segunda Guerra Mundial.

Los delegados para el Congreso y la Asamblea de la FIDE en Buenos Aires, con inédita presencia de representantes de países del continente americano, vistas las circunstancias, deciden que De Muro asuma como Presidente provisorio de la organización, que el anterior titular Alexander Rueb (el neerlandés lo era desde 1924) quedara como Presidente honorario y determinando que la sede se trasladara a Buenos Aires.

Fue una medida excepcional, tomada por los representantes de países presentes de dos continentes (sin mediar oposiciones, aunque hubo algunas abstenciones y la algo airada oposición del presidente desplazado), siendo ellos muy sensibles a la necesidad de no ser indiferentes a lo que comenzaba a suceder en el mundo como un todo ante el trágico escenario que por el momento solo se insinuaba.

Esta decisión podría haber bien sido vista como un acto de clarividencia y de procura de protección de los intereses federativos. En cualquier caso, desde un continente donde reinaba la paz, se extendía la mano a unos hermanos del planeta que ingresaban en una (nueva) fase de terror con consecuencias imprevisibles.

De hecho, los nazis ocuparon buena parte del continente, incluidos los Países Bajos, nación en donde residía Rueb y tenía asiento la FIDE. Este, en su escapatoria para salvarse, perdió toda la documentación de la entidad que estaba en su poder. No era para menos. Lo importante era preservar la vida y anhelar la paz.

Así las cosas De Muro, desde Buenos Aires, en su nuevo carácter asignado, poco pudo hacer. El vínculo comunicacional con Europa (no solo con Rueb sino con las federaciones nacionales del continente), quedó interrumpido. Solo pudo organizar o prohijar algunas pruebas en el sur, como los clásicos torneos de Mar del Plata (en presencia de figuras internacionales que quedaron en América ante la imposibilidad de regresar) y una gigantesca sesión de simultáneas a ciegas que dio el polaco, devenido prontamente en argentino, Miguel Najdorf, la que constituyó un récord mundial (luego no convalidado por la FIDE), que se hizo en la ciudad argentina de Rosario entre el 9 y el 10 de octubre de 1943.

Augusto De Muro, el segundo presidente de FIDE

Por motivos que escapan a este trabajo, y que desde luego pueden ser objeto de opiniones y de interpretaciones no necesariamente convergentes en cuanto a sus motivaciones y alcances, cuando termina la guerra, al retomar Rueb el control de la entidad en 1946, se desconoce todo lo actuado en 1939 y, en forma ulterior, estas decisiones que legítima y legalmente se tomaron en Buenos Aires fueron borradas de los anales.

También, y eso hay que decirlo, la Argentina esperó (demasiado) para realizar el respectivo proceso de reconocimiento mas, ya lo sabemos, nunca es tarde para descorrer los velos y hacer resurgir la verdad de los hechos.

Es por eso que la comunidad ajedrecística toda puede celebrar hoy que la FIDE, en reunión realizada el 4 de abril de 2023 en la ciudad de México, haya decidido incorporar oficialmente a Augusto de Muro como su segundo Presidente, basándose en las investigaciones realizadas (Negri & Morgado: 2022 y otros documentos anteriores), tras el minuciosos análisis fáctico y legal y propuesta del caso que hiciera el Comité de Historia de la entidad que preside Willy Iclicki.

En la respectiva propuesta elevada a consideración, la que en definitiva fue aceptada, al incluirse a De Muro como segundo Presidente de la entidad se formula la siguiente necesaria aclaración:

“El Dr. Augusto de Muro fue designado presidente por la Asamblea General de la FIDE de 1939 en Buenos Aires. Su nombramiento fue posteriormente impugnado por la administración anterior. La FIDE reconoce su nombramiento, pero señala que su trabajo se vio limitado durante la guerra”.

 (Traducción propia del texto original en idioma inglés)

Consecuentemente, desde su fundación el 20 de julio de 1924, la entidad que está por cumplir sus 100 años de vida ha tenido ocho Presidentes, conforme la siguiente nómina:

Se observa un hiato de tiempo entre 1940 y 1946 en donde la FIDE no consigna quién la conducía, lo que en rigor responde a la lógica de la situación imperante ya que la guerra alteró su normal funcionamiento como lo hizo en casi todos los planos al impedirse el normal curso de los acontecimientos.

Hay mucho que investigar, aún, sobre esa oscura era. Desde un punto de vista general adelantemos que, en su transcurso, junto a una FIDE que perdió todo centro de gravedad en tanto entidad rectora (viéndose a los propios nazis organizar competencias, incluso en los países ocupados y devastados, como si nada estuviera ocurriendo), el eje de las competencias viró desde el corazón de Europa hacia el extremo este (en la cada vez más poderosa URSS) y al continente americano (tanto en el norte como en el sur, con cabecera en los EE. UU. y la Argentina).

Pero, lo más impactante y lamentable que ocurrió en el universo del ajedrez en el contexto de la guerra, es que numerosos referentes del juego (¡y tantos aficionados por siempre anónimos!), murieron o sufrieron condiciones horribles en campos de concentración, guetos, hechos bélicos o en circunstancias cotidianas.

También, otros muchos ajedrecistas debieron emigrar. De hecho, Miguel Najdorf, Erich Eliskases, Moshe Czerniak, Gideon Stahlberg y Sonja Graf fueron solo algunos de quienes permanecieron en continente americano en 1939, la mayor parte de ellos con ese ámbito de paz como destino definitivo. Ya previamente eso mismo había sucedido, entre otros, con el excampeón del mundo Emanuel Lasker, quien terminará sus días en los EE. UU. tras una breve estancia en la URSS.

Principalmente en Europa (aunque no solo en ese continente), las personas de buena voluntad, ajedrecistas o sin serlo, habrán de ver interrumpidas dramáticamente el curso normal de sus estilos de vida. En ese contexto, la mano que se tendió desde Buenos Aires en 1939 para que la FIDE pudiera seguir su marcha lo mejor posible (una gotita cristalina dentro de un océano por cierto de aguas que habían adquirido una densidad demasiado turbulenta), no podía seguir siendo objeto de indiferencia histórica.

Ahora, frente a lo decidido por la entidad mundial, estamos en presencia de un acto reivindicativo, justo y reparador. La realidad de los hechos deben reconocerse en toda su plenitud y, al cabo del tiempo (y en este caso transcurrieron más de ochenta años para que todo volviera a confluir), la verdad siempre terminará por salir a la luz.

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